Madrinas y padrinos son el corazón del santuario. Porque es precisamente su solidaridad la que hace posible todo lo demás. Cada desayuno, almuerzo y cena. Cada viaje de rescate, cada ida al veterinario, cada suspiro de alivio de los habitantes, cada corazón que se ilumina al leer una historia con un final feliz, al ver una sonrisa, un saltito de alegría, una caricia.
Gracias por sumar tus sueños al de los animales que nos necesitan, gracias por creer, por dar esperanza.